Aviso a navegantes

A Xabier, Mikel, Leire y Ariadna.
A Pol y Paul, a las nietas y los nietos que irán llegando,
y a sus descendientes.
El antes y el ahora es el título de la obra de teatro escrita y dirigida por Lurdes Villagrán Teresa (2025).
Igual que a Andrés, el del Círculo, a mí también me sigue gustando leer mientras siento el olor del papel impreso.
¿La perfección es la mejor versión que realmente puede alcanzarse de algo o un ideal inalcanzable que sirve de guía para progresar?
Reflexiones, opiniones, tesis, epístolas, notas y escritos de diversa índole, que recogen puntos de vista captados desde diferentes perspectivas.
Ver publicacionesTextos sobre deporte, elaborados desde el bagaje de décadas de dedicación profesional. La mayoría son de opinión; algunos, un poco más técnicos.
Ver publicacionesNo creo que la lectura de un necesariamente sucinto y poco matizado currículum vitae proporcione una descripción interesante del devenir de una persona por la vida. Al menos en mi caso no me siento identificado con un retrato exprés que diga que nací en 1953, que soy licenciado en Ciencias Físicas -y eterno estudiante de Sociología-, y que he sido profesor de matemáticas y física, sindicalista en los años de la transición y, durante décadas, técnico de deportes en la administración pública. Así que, si realmente quieres saber algo sobre mí, te sugiero que leas Breve historia de la vida pública de jga y ¿Quién ha dicho que siete años no son nada?
Es la obra de teatro escrita y dirigida por Lurdes Villagrán Teresa. El vídeo al que acompaña este texto es el de su representación en Lugaritz Kultur Etxea, durante la celebración del fin de curso de Helduen Hitza (21 de mayo de 2025).
Las y los interpretes de la obra, por orden de aparición en escena, son:
Karmele Legardón, Antxoni, la portera, siempre enterada “del puchero que se cuece en cada fogón” y dispuesta a hacer un favor desde la convicción de que “entre vecinos nos tenemos que echar una mano”.
Encarni Pelaz, Teresa, la migrante interna, aficionada a la lectura, a la que, sobre todo, le duelen los malos ratos que pasa su hija “por ser de fuera” y que reclama una mejor acogida para quienes llegan “con la esperanza de un mañana mejor”.
Leo Carmona, Puri, la peluquera, mujer independiente, que hace caso omiso de las críticas que genera en las de su generación y se reivindica como “valiente, amorosa, soñadora”, al tiempo que se reconoce como “la frágil, la que duda, la que se esconde”.
Lourdes Durá, Rosita, la mujer que sufre el estigma de la soltería y que, aunque todavía joven y con encanto, se refugia en la beatería; solo el paso de los años la lleva a tomar conciencia de su papel protagonista en “la selva donde crece la vida”.
Iñaki Badiola, Joxe, el mutilzaharra (solterón); la vida le brinda la oportunidad de disfrutar de su afición por el canto y salir de la burbuja que comparte con su ama; pasado el tiempo, denuncia que las personas envejezcan “en hogares prefabricados”.
Marga Domínguez, Marisol, la tendera, trabajadora incansable en una tienda en la que vendía casi de todo -ahora convertida en un bazar- y en la que, sin firmar ningún papel, concedía microcréditos que ayudaban a la gente humilde a llegar a fin de mes.
Araceli Asturiano, Lola, la maestra represaliada, cuya religión es enseñar “a las clases más desfavorecidas” y que se siente orgullosa por “el amor por la lectura y el deseo de aprender” que le inculcó su “querida maestra”, y que le ha acompañado toda la vida.
Conchi Rodríguez, Lucía, la madre volcada en las necesidades de su hijo y que, tras convencerse de que el propósito de la vida no es demostrar fortaleza, echa de menos “que se abrace la fragilidad” y defiende el derecho a tener dudas y sentirse pequeña.
Y el menda. O sea: Andrés, el del Círculo y el cura de La sotana y La canción de los misioneros.