A Xabier, Mikel, Leire y Ariadna.
A Pol, a las nietas y los nietos que irán llegando,
y a sus descendientes.
En el deporte también hay desigualdad. Basta echar un vistazo a la oferta y la demanda en el deporte femenino.
Contra los misteriosos algoritmos que nos acechan, pertréchate con tus propios algoritmos defensivos.
Reflexiones, opiniones, tesis, epístolas, notas y escritos de diversa índole, que recogen puntos de vista captados desde diferentes perspectivas.
Ver publicacionesTextos sobre deporte, elaborados desde el bagaje de décadas de dedicación profesional. La mayoría son de opinión; algunos, un poco más técnicos.
Ver publicacionesNo creo que la lectura de un necesariamente sucinto y poco matizado currículum vitae proporcione una descripción interesante del devenir de una persona por la vida. Al menos en mi caso no me siento identificado con un retrato exprés que diga que nací en 1953, que soy licenciado en Ciencias Físicas -y eterno estudiante de Sociología-, y que he sido profesor de matemáticas y física, sindicalista en los años de la transición y, durante décadas, técnico de deportes en la administración pública. Así que, si realmente quieres saber algo sobre mí, te sugiero que leas Breve historia de la vida pública de jga y ¿Quién ha dicho que siete años no son nada?
Hay canciones que, sin saber por qué, se te quedan enganchadas en la memoria. Una que hace mucho tiempo se quedó en la mía es This is the end of me, del desconocido dúo Jess & James (que eran portugueses). Estoy seguro de que escuché la canción allá por los años 60, en casa de un amigo; en la mía solo había unos cuantos discos del año de la polca y un tocadiscos de la misma época. Llegué a pedir a mi ama, radiófila empedernida, que pidiera que la emitieran en uno de esos programas de discos dedicados; a mí me daba mucha vergüenza hacerlo.
Tras toda una vida cantándola en momentos de melancolía y, llegada la era de Internet, tras varios infructuosos intentos por dar con ella, lo dejé por imposible. Hace unos días se me ocurrió intentarlo de nuevo. Y, por fin, la he encontrado. Quizás no lo logré antes porque la asociaba a un vinilo -el que había tenido en mis manos en casa de mi amigo-, cuya canción principal era Bleeding Roses, en cuya portada se leía: NUBES. Ahora aparece como cara B de un sencillo editado en 1967 o 1968. Lo lógico era que me acordara de la cara A, Move, ya que tuvo cierto éxito discotequero. Pero a mí siempre me ha gustado más la historia de desamor de aquella canción casi desconocida, cuya versión en español se titula Sería el fin.
Este será mi fin.
Has decidido partir,
y yo no merecí
que me tratarás así.
Yo te he sido fiel,
y bien lo sabes tú
que no existe nadie más,
solo tú, solo tú.
Vida, si te vas,
no sé qué voy a hacer.
Dejarme así no puede ser:
me faltas tú,
solo tú,
me faltas tú.
Ya nada mi dolor calmará.
Mi salvación eres tú,
solo tú, mi amor.
Hay, para mí,
el sentir cruel.
Y tú puedes ver
lo mucho que me haces sufrir.
Tenme compasión
y dame tu perdón,
que no puede ser el fin,
no podrás dejarme así.
Para mí sería el fin.
Para mí sería el fin.