Crónicas de un hombre serio  /  Anecdotario

¡Hay que joderse con la mujer esta!junio 2017

Mi abuela materna, Felisa Rodríguez Cappa, era una señora de armas tomar. Como lo eran muchas mujeres de su generación. Si no lo hubieran sido, no habrían podido sobrellevar el tiempo que les tocó vivir. Para explicar cómo se las gastaba, viene a cuento reconstruir -con todo cariño- esta vieja anécdota.

El escenario hay que ubicarlo en un lejano día de finales de los años 50. Un tiempo en que el arriba firmante era un chavalín que compartía ratos con el abuelo Tomás, marido de Felisa. Estaba jubilado y era un manitas capaz de arreglar cualquier cosa que se estropeara en aquella casa, en la que, como era tan habitual en aquella época, convivíamos más de los que razonablemente cabíamos.

La señora Felisa todavía se levantaba a las cinco de la mañana para ejercer de encargada de la limpieza en CALBER, una fábrica ubicada en pleno barrio de Gros. Tras volver de su trabajo, había salido a hacer la compra diaria. Se acercaba el mediodía cuando el abuelo Tomás miró la hora y, con una mezcla de solemnidad y retranca, señaló: “A la abuela se le está haciendo tarde; se habrá entretenido charlando”. Suspiró, y remató su reflexión con una advertencia profética: “Veréis como, en cuanto abra la puerta, empieza a gritar y nos echa la bronca a todos”.

En efecto, según entró en casa, sin darse tiempo ni a sacar las compras de la bolsa, la abuela Felisa empezó a despotricar a voz en grito contra todo ser viviente que moraba en aquella casa. Tenía argumentos (sic) para todo y contra todos. ¡A ver quién se atrevía a llevarle la contraria! Con el tiempo comprendí que era una destacada practicante de la conocida estrategia: no hay mejor defensa que un buen ataque.

Mientras la señora Felisa se despachaba a diestro y siniestro, el abuelo Tomás - que era perro viejo y que, como excombatiente en la guerra de África, era sabedor de cómo hay que conducirse en el campo de batalla- aguantaba el tipo moviendo la cabeza discretamente y pronunciando por lo bajini la frase que ha quedado grabada para siempre en nuestra memoria: ¡Hay que joderse con la mujer esta!”.

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