Crónicas de un hombre serio  /  Escritos con y para el corazón

El cocheenero 2024

Es evidente que el diseñador se inspiró en el Batmóvil, el vehículo del superhéroe que este año cumplirá 85 años y que en los cómics en español era inicialmente conocido como el Hombre Murciélago. La versión infantil está pensada para que su atractivo fundamental sea el movimiento que se produce cuando se le inserta la correspondiente moneda de 1 euro. A decir verdad, apenas se trata de una leve agitación, parecida a la que se somete a las criaturas cuando se les intenta inducir al sueño. Pero sus pequeños usuarios y usuarias lo encuentran suficientemente atractivo como para permanecer en él por tiempo casi ilimitado. Por cierto: les da lo mismo que sea con y sin vaivén, les basta con tener el volante entre las manos y poder señalar con sus deditos las lucecitas que destellan en el salpicadero.


La primera vez que pasé a su lado con mi nieto Pol, me lo señaló mientras me miraba con esa mirada seductora que solo un niño (o una niña) es capaz de dirigir a su aitona para que ceda a sus deseos. No sabía que a su corta edad ya se había iniciado en los usos de la sociedad de consumo, así que no llevaba monedas; no me quedó más remedio que ir a pedir cambios a una de las tiendas del centro comercial. Desde entonces, cuando su aita me anuncia que van a venir a pasar unos días por estas latitudes, hago acopio de monedas para ir negociado con él periódicas visitas al coche o a algún vehículo similar. Y hablo de negociar con él, porque la promesa de un ratito de coche (o de camión de bomberos o de pala cargadora) es siempre un buen activo que permite lograr que pare de jugar durante unos instantes para almorzar o merendar, o para hacer pis y evitar males mayores.

No creo que le quede mucho tiempo para que subirse a estos artefactos siga siendo un aliciente. Sus cambios físicos y mentales se producen a un ritmo tan vertiginoso que pronto no se acordará de lo mucho que le gustaba. Un motivo suficiente para dejar aquí constancia de ello y poder recordárselo cuando pasen algunos años. Y también dentro de muchos más, cuando sus nietos y nietas lo miren con ojos de animalito de dibujos animados y le pidan subirse a otro batmóvil, seguramente más sofisticado. Incluso sin echar moneda, como me argumentó mi nieto hace unos días, a pesar de que le insistía que el problema no era la dichosa moneda, sino que se nos estaba haciendo tarde. Porque cuando me decía “solo un poquito”, a Pol le daba igual que el coche tuviera un cartel que decía “Ez dabil / No funciona”. Es bonito que todavía no sepa leer.

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