Negro sobre blanco  /  Escritos de un sindicalista

Ken Loach, la renta básica y el sindicalismo nuestro de cada díaenero 2022

“La Renta Básica es un ingreso pagado por el estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras fuentes posibles de renta, y sin importar con quien conviva” (Daniel Raventós, 2007; Las condiciones materiales de la libertad; El Viejo Topo). 

Desde hace años, tanto las ventajas e inconvenientes de implantar una renta básica como su viabilidad económica son tema de debate permanente en el ámbito académico y en ciertos foros políticos, incluido el parlamento de la Unión Europea


La realidad supera siempre a la ficción. Ken Loach quiso dejarlo claro el año 2019, en la gala de clausura del Festival de cine de San Sebastián, cuando, en su mensaje de agradecimiento porque su película Sorry we missed you hubiera sido galardonada con el Premio del Público, se quiso acordar de las trabajadoras de las residencias de personas mayores de Gipuzkoa. Estas trabajadoras llevan varios años en huelga intermitente para reivindicar unas mejores condiciones de trabajo y, al tiempo, una mejor atención para las personas a las que cuidan. Y lo que es todavía más inusual en una ceremonia como la que pone fin al festival, en su mensaje quiso pedir apoyo para “su sindicato: ELA, Euskal Sindikatoa”. 

Si les dicen a las trabajadoras a las que Ken Loach quiso apoyar en su mensaje que les van a dar una renta básica de unos mil euros cada mes, que es lo que, más o menos, según su situación sociofamiliar, puede percibir una persona que reciba la Renta de Garantía de Ingresos vigente en la Comunidad Autónoma del País Vasco, algunas lo aceptarían de buen grado y se irían a su casa, pero me atrevo a asegurar que la mayoría de ellas rechazarían de plano la propuesta. El porcentaje de unas y otras seguramente cambiaría radicalmente si lo que se les ofreciera fuera una renta básica de dos mil euros. 

(Entonces, las que tendría un grave problema serían las residencias de personas mayores, que no encontrarían personas para trabajar en sus centros de trabajo, ni siquiera emigrantes “sin papeles” que por estas latitudes también pueden acceder a la RGI con solo estar empadronadas. Quizás se volvería a la época en que eran las monjas de la Caridad las que desempeñaban esas tareas, aunque entonces la mayoría de las personas mayores eran cuidadas por las mujeres de su familia, pocas de las cuales accedían al mercado de trabajo remunerado.) 

Esta batallita cinematográfico-sindical solo pretende llamar la atención sobre la necesidad de contextualizar y de cuantificar cualquier planteamiento sobre la renta básica o cualquier otra prestación social. Al menos si se pretende ir más allá de una discusión teórica alejada de la vida de las personas que cobran salarios modestos (o no cobran ninguno), los cuales -los salarios-, en el mejor de los casos, se dilucidan en mesas negociadoras como las del convenio de las trabajadoras de las residencias de mayores de Gipuzkoa.

Por cierto, ese convenio, al igual que el resto de los que se firmen en el País Vasco, es puesto en entredicho por el pacto suscrito por UGT y CCOO y la patronal, y que el Gobierno de España quiere que el Parlamento español convierta en la nueva reforma laboral. Vuelven a intentar acabar con el Marco Vasco de Relaciones Laborales: esta vez tampoco lo van a conseguir.

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