Negro sobre blanco  /  Escritos de un sindicalista

Militarizar el Pratagosto 2017

Piove… ¡porco governo! (Llueve… ¡cochino gobierno!). Es posible que, en ocasiones, está expresión que condensa la experiencia milenaria del pueblo italiano sea demasiado simplificadora: no siempre el gobierno tiene la culpa... pero hay ocasiones en que su responsabilidad es manifiesta.


Siguiendo la linde de quienes predican machaconamente el viejo mantra liberal de que lo privado siempre funciona mejor (obviamente, en tanto en cuanto el negocio proporcione pingües beneficios), el gobierno -el del PP, y también algún otro- aprovecha siempre la coyuntura para privatizar. Igual da que sea un periodo de efervescencia burbujera que de crisis económica: cualquier momento es bueno para dar juego a empresas amigas a las que les gusta ganar mucho, arriesgar poco y pagar todavía menos a sus trabajador@s.

Claro que promover un sector parapúblico -de financiación pública y gestión privada- tiene sus servidumbres (al margen de las supuestas y a menudo falsas mejoras en la atención de los servicios y de su abaratamiento a costa de las peores condiciones de trabajo). En efecto, al tiempo que se despreocupa de la gestión del personal y, por ende, de su modus vivendi, el gobierno debería aceptar, en buena lógica, que un día l@s trabajador@s se cabreen y monten una huelga.

Y, obviamente, las huelgas se hacen para reivindicar; y, si para ello no hay otro remedio, se molesta: a la empresa que les hace trabajar mucho y les paga una miseria; a la ciudadanía que, directa o indirectamente, compra los bienes o servicios que factura esa empresa sin preocuparse por las condiciones de trabajo de sus emplead@s; y, si se trata de un tinglado parapúblico, también al gobierno que ha propiciado el estado de cosas que les ha conducido a la huelga.

Y en esas estaban l@s trabajador@s de EULEN del aeropuerto de El Prat de Barcelona, cuando, siguiendo la pauta recogida en la canción de Carlos Puebla, “se acabó la diversión; llegó el comandante… Rajoy, y mandó a parar”. Y se acabó la huelga. Adiós a la mano invisible del libre mercado que -según quienes inspiran las privatizaciones- todo lo arregla.

Se argumenta que, aunque no haya habido violencia ni desórdenes públicos más allá del enfado de quienes ven peligrar sus vacaciones, la huelga pone en riesgo la estabilidad del país; y se ejerce la autoridad, que para eso está el gobierno. Y si hay que militarizar El Prat, se militariza. Y, al igual que Trump enviaría a la Guardia Nacional o Macron, a los paracas, Rajoy manda a la Guardia Civil -cuerpo genuinamente militar-, con lo que el derecho a disfrutar de las vacaciones sin hacer colas pasa a ser el máximo exponente del bienestar patrio.

Y lo de pasarse por el forro el derecho a la huelga no acaba ahí: obviando los principios más elementales de la mediación y el arbitraje que en materia laboral deben regir en una democracia, el porco goberno amenaza con un laudo de obligado cumplimiento (sic), en el que se fijarán las condiciones de trabajo de la plantilla de EULEN. Sin comentarios. Sólo recomendar a quien corresponda que escuche la canción de Carlos Puebla, cuando dice:


Aquí pensaban seguir

Jugando a la democracia

Y el pueblo que en su desgracia

Se acabara de morir

Y seguir de modo cruel

Sin cuidarse ni la forma

Con el robo como norma

Y en eso llegó… ¿Rajoy?


Se acabó la diversión

Llegó el comandante

Y mandó a parar

Se acabó la diversión

Llegó el comandante

Y mandó a parar

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