Negro sobre blanco  /  Las tesis del aitona

A vueltas con la energía nuclearseptiembre 2022

Hace mucho tiempo que la energía nuclear viene proporcionando materia para el debate. Fue demonizada como la causante del horror producido por las bombas que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial y que después, en la segunda mitad del siglo XX, fueron soporte de la Mutually Assured Destruction (MAD), destrucción mutua asegurada, leitmotiv del enfrentamiento entre las potencias protagonistas de la Guerra Fría. Paralelamente, su uso para fines pacíficos también ha protagonizado una dilatada e inacabada controversia entre su relevancia como fuente de energía de primer nivel y su bien ganada fama de protagonista de algunos de los mayores desastres no bélicos de nuestra historia reciente: Harrisburg (Pensilvania, EE. UU.), en 1979; Chernóbil (Ucrania), en 1986; Fukushima (Japón), en 2011. 

De nuevo la guerra, esta vez la de Ucrania, acompañada de la consiguiente crisis energética que tienen en vilo a Europa, es el telón de fondo de la discusión sobre si la energía nuclear debe o no ser considerada una energía verde, como recientemente han proclamado las instituciones de la Unión Europea. Para seguir este debate hay que tener claros algunos conceptos. Cuando menos los imprescindibles para aplaudir o denostar, con cierto conocimiento de causa, las decisiones que se toman al respecto. Decisiones en las que puede irnos la salud o hasta la vida, y quién sabe si algo todavía más importante: la libertad para decidir cómo queremos vivir... y morir.


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