Negro sobre blanco  /  Las tesis del aitona

El árbol del amormayo 2021

El amor no tiene nada de científico. O sí, si nos atenemos al veredicto de quienes saben de bioquímica y afirman que lo de enamorarse es solo consecuencia de un batiburrillo de sustancias que pululan por el organismo; también dicen que no hay quien aguante más allá de un par de años el estrés que produce el cóctel. Quizás por esto último hay quienes piensan que estar enamorado produce más dolor que dejar de ser amado. Dice el nobel de literatura Kazuo Ishiguro que apuntó esta reflexión en su libreta después de habérsela escuchado proclamar al unísono a la también escritora Edna O´Brien y al cantante Charles Aznavour, autor e intérprete inigualable de canciones que expresan el sufrimiento producido por cualquier tipo de amor. 

También se atrevió con el tema un conspirador de la mente como Pío Baroja. Tras sumergirse en lo más frondoso de El árbol de la ciencia, ante la pregunta ¿qué es el amor?, pone en boca de uno de sus protagonistas más barojianos una definición de amor como para quitar el sueño: “la confluencia del instinto fetichista y el instinto sexual”. Para aclararlo explica que quien ama percibe a la persona objeto de su amor de manera deformada -se entiende que más favorecida que en la realidad- y que la causa no es otra que el instinto sexual, propio de animales de cualquier especie. Conclusión: el amor solo es un engaño. Prueba de ello es que en las parejas que se forman por amor se genera más dolor y frustración que en las que se sustentan en la conveniencia. Una cuestión que Baroja deja en el aire que rodea al intrincado árbol del amor es si es preferible engañarse y pagar el tributo de acabar sufriendo o no hacerlo y vivir sin enamorarse. 

Habrá quien considere que estas elucubraciones son solo gimnasia intelectual de quienes inventan historias y de bardos que cantan para ganarse la vida con la melancolía ajena, o meras excentricidades de don Pío. Y habrá también quien piense que el problema radica en el error de identificar amor con enamoramiento o en llamar amor a lo que es deseo sexual puro y duro. Una alternativa es no andarse por las ramas de árboles más o menos bíblicos y asumir que los enamoramientos se curan con unas cuantas docenas de polvos, en tanto que el amor es otro asunto bien distinto. Aunque esta no es la única opción, porque dicen que hay a quienes el asunto del amor y/o del enamoramiento y/o del sexo les dura toda una vida. ¿Será porque no estudian tratados de bioquímica ni leen libros ni escuchan canciones? ¿O será por hacer justo lo contrario?

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