Negro sobre blanco  /  Opinatorio

A propósito del suicidio de Blesajulio 2017

No conocía a la persona. Igual que la mayor parte de la gente, sólo sabía del personaje a través de los medios de comunicación. No sé si por experiencia o por tener ya muchos años, no me fío demasiado de lo que cuentan los medios. Creo que hay que leerlos, escucharlos o verlos no para conocer la verdad, sino sólo para saber lo que dicen. No obstante, los nuevos usos de la información hacen que un formato clave por el que se conoce a ciertos personajes (que no a las personas) son las grabaciones de sus actuaciones públicas, que son trasmitidas una y otra vez. Es por eso que, además de que sus actuaciones delictivas verificadas por la justicia le hicieran merecedor de la condena ética, me resultaba repulsiva la estética del personaje percibida a través de esos vídeos y audios, aderezados con detalles sobre sus costumbres o manías que, a la vista de su forma de actuar, resultaban bastante verosímiles. En resumen: no hubiera ido con él ni a cobrar un premio. Luego, Blesa se suicida.

Defiendo el derecho inalienable de cualquier persona a poner fin a su vida, cualesquiera que sean los motivos que la lleven a ello. Por responsabilidad cívica, rechazo cualquier procedimiento elegido para suicidarse si con ello se pone en riesgo la vida o la salud de otras personas. Además, hay suicidios de personas jóvenes y/o débiles, acorraladas por otras personas o por lo que eufemísticamente suele llamarse las circunstancias de la vida, que son difíciles de digerir, incluso desde la distancia emocional. Pero reclamo el máximo respeto ante la decisión del suicida adulto y dueño de su voluntad, y no es de recibo que la sociedad se tome la licencia de considerarla un desvarío previo a la muerte. Al fin y al cabo el suicida sólo ha decidido acabar con su vida, que es lo único genuinamente suyo. Lo deseable sería que la sociedad fuera menos pacata e hipócrita y facilitase la salida de la vida por el medio menos traumático posible para los/as protagonistas y sus allegados/as.

La forma en que cualquier persona hace el tránsito desde la vida a la muerte, tanto más si se trata de un suicidio, merece respeto público (en privado cada quisqui puede tener la emoción o falta de ella que quiera o pueda). En consecuencia, incluso aunque se piense que alguien está mejor muerto que vivo, no vienen a cuento las bromitas facilonas de mal gusto. No obstante, es evidente que hay procedimientos y escenarios suicidas, probablemente mitificados por la historia o la literatura, que producen emoción o admiración estética. Por esos mismos argumentos estéticos, he sentido rechazo por la iconografía elegida por Blesa para suicidarse, tanto si se identifica con el escenario de Los santos inocentes como si se considera que se ajusta mejor a La Escopeta Nacional. Hay ocasiones en que la persona se acaba pareciendo demasiado al personaje.

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