Negro sobre blanco  /  Opinatorio

Exennialsfebrero 2024

Generación es una palabra polisémica. Una de sus acepciones es la que el María Moliner define como “conjunto de las personas que tienen aproximadamente la misma edad” y que frecuentemente es designada “con el nombre de un momento o de un acontecimiento con el que […] tiene especial relación” (por ejemplo, la generación de quienes vivieron durante la Primera o la Segunda Guerra Mundial). Otra de sus acepciones -que a veces se entremezcla con la anterior- es definida por la RAE como “conjunto de personas que, habiendo nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, adoptan una actitud en cierto modo común en el ámbito del pensamiento o de la creación” (es el caso de las generaciones del 98 o del 27).


Es obvio que cada sociedad identifica a sus generaciones tomando como referencia acontecimientos de su propia historia; así, en el Estado español no se suelen tomar como referencia las guerras mundiales, pero sí se habla de “la generación de la Guerra Civil”. Estas últimas décadas, probablemente por efecto de la globalización, en las sociedades occidentales se han identificado algunas generaciones a las que se han adjudicado denominaciones neutras y se han puesto delimitaciones temporales no del todo aclaratorias. Es el caso de las generaciones X (personas nacidas entre 1965 y 1980), Y o millennials (entre 1981 y 1996), Z (entre 1996 y 2012); la siguiente, que durará hasta 2025, es la generación Alfa (al parecer, acabadas las últimas letras del abecedario latino, vamos con las del alfabeto griego).

Más allá de las generaciones sustentadas en referencias históricas o en análisis sociológicos o demográficos más o menos rigurosos, en los medios de comunicación y en las redes sociales se inventan con cierta frecuencia nuevas generaciones y se construyen sobre ellas teorías disparatadas o simples eslóganes de dudosa originalidad (hasta hay un programa de televisión que se denomina “Generación TOP”). Con esta visión del asunto, lo normal es que no hubiera acabado de ver y escuchar el vídeo que recibí hace unos días a través de WhatsApp. Pero quien me lo enviaba es una persona amiga y merecía que me enterara de su contenido.

Enseguida me sentí partícipe de lo que allí se cuenta. Va de la generación de quienes “hemos vivido ocho décadas diferentes”, repartidas en “dos siglos diferentes, en dos milenios diferentes”. Una generación que, según la tesis del vídeo, tiene como característica más relevante estar integrada por gente “que tuvo una niñez analógica y una edad adulta digital”. Una generación a la que no le ha quedado otro remedio que adaptarse al cambio y que, como concluye el vídeo, quizás de forma pretenciosa, “será única”. Dice el anónimo guionista del video (y de otros similares que circulan por Internet) que a los integrantes de esa generación “nos podrían calificar de exenials”.

Se trata de un término novedoso, probablemente acuñado tomando como referencia el término xennials, que es la forma en que se denomina a los y las miembros de “una microgeneración ubicada entre 1977 y 1983. [...]. Demasiado jóvenes para ser parte de la Generación X y que no llegan a identificarse del todo con sus sucesores los Millennials” (www.iebschool.com). No he logrado desentrañar -ni siquiera con la ayuda del ChatGPT- el misterio del origen del nombre. En cualquier caso, vaya desde aquí mi reconocimiento al autor del guion (ver PDF adjunto), ya que sea cual sea la forma correcta de escribir el apelativo con que hemos sido bautizados, exenials o exennials, rinde homenaje a la generación a la que pertenezco. Una generación numerosa, que todavía no se ha extinguido por completo. Seguiremos adaptándonos y, a menudo, peleándonos con los cambios sociales y tecnológicos, hasta que nos llegue el momento de entregar la cuchara. Con dignidad, por supuesto.

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