Negro sobre blanco / Opinatorio
Morirse ordenadamentejunio 2020
Llega la nueva normalidad: el interregno entre el momento en que se ha decidido dar por definitivamente doblegada la famosa curva de afectad@s y fallecid@s por el coronavirus y la llegada de la providencial vacuna o, al menos, de algún remedio terapéutico que permita mantener a raya al microbio. Un periodo en el que recuperaremos casi el pleno derecho al ejercicio de nuestras libertades, siempre que llevemos la correspondiente mascarilla y/o mantengamos metro y medio de distanciamiento físico. Por cierto: ¡hay que ver la poca precisión que tenemos al calcular distancias a ojo de buen cubero!
Toca a su fin el tiempo de confinamiento y desescalada, aquel en que la salud parecía estar por encima de casi todo. L@s que supuestamente saben han decidido que ahora toca poner en primer plano, y casi a cualquier precio, la recuperación de la economía. Es el nuevo mantra para la próxima temporada. Al menos hasta que se produzca -como posiblemente ocurra- un repunte de la famosa curva de contagios, ya sea en el conjunto del Estado o, más probablemente, en uno u otro de sus ámbitos territoriales. Incluso cuando el rebrote se produzca -hay quien piensa que habrá otoño caliente-, la reactivación económica seguirá siendo el objetivo prioritario. Por tanto, se harán -o, mejor, se seguirán haciendo- juegos de magia con los datos sobre nuev@s afectad@s y se sofisticarán los circunloquios argumentales para evitar que la opinión pública reclame la vuelta a una situación similar a la, en principio, irrepetible época del confinamiento.
Solo hay una circunstancia que podría trastocar el plan previsto para la nueva normalidad: que el sistema sanitario se vea, de nuevo, al borde del colapso (o colapsado, que es como estuvo en algunos sitios, cuando se separaba a l@s candidatos a sobrevivir de l@s condenad@s a muerte) y que, como consecuencia, la logística para enterrar a los muertos volviera a no dar abasto y a generar escenas dantescas. Mientras tanto, no cabe duda de que el virus va a seguir contagiando y causando bajas, sobre todo entre la llamada población de riesgo. La consigna está clara, la economía es lo primero, y quien no quiera exponerse al contagio, si puede, que mantenga el distanciamiento físico y, por ende, el distanciamiento social. La rueda de la oferta y la demanda debe seguir girando. Mientras tanto, va a estar permitido casi todo, incluso morirse, siempre que sea ordenadamente.