Negro sobre blanco  /  Reflexiones de un estudiante de “letras”

La dimensión deliberativa de la democracia y las nuevas tecnologías digitalesmayo 2020

La democracia entendida como un procedimiento para elegir gobernantes (o tomar decisiones puntuales, en el caso de los referéndums) limita el papel de la ciudadanía a un ejercicio individualizado de emisión del voto en cada momento electoral. Las propuestas de democracia deliberativa surgidas en la última década del siglo XX subrayan la importancia que, para el ejercicio de la democracia representativa, tiene el proceso de formación de criterios políticos y preferencias electorales mediante el debate y la discusión realizados en el ámbito público.


Deliberar implica generar espacios en los que pueda producirse la interacción entre individuos en condiciones adecuadas para el debate político, es decir, en los que imperen la razón y la argumentación, de forma que el proceso de deliberación incluso pueda desembocar en acuerdos colectivos. Estos espacios de deliberación pueden estar institucionalizados, pero también pueden generarse en otros ámbitos de la sociedad. En general, los soportes telemáticos han cobrado una relevancia impensable hasta hace pocos años en todas las facetas de la vida social, pero, en lo que respecta al ejercicio de la democracia deliberativa, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han adquirido especial relevancia cuando han surgido canales más informales, sobre todo las redes sociales.

Un porcentaje elevado y creciente de ciudadanos tiene permanentemente a su alcance un dispositivo desde el que puede conectarse, desde cualquier ubicación que disponga de acceso a internet, con cualquier otro individuo o grupo de individuos. Esto hace que el ciberespacio se haya convertido en un ágora susceptible de acoger todo tipo de comunicaciones sociales y, por tanto, también de dar soporte a los procesos deliberativos de la democracia. Como ocurre con otros elementos tecnológicos (desde el automóvil a la televisión) o tecnologizados (la banca o los estudios en línea), los individuos o los grupos sociales pueden utilizar la tecnología digital de formas diversas y susceptibles de ser consideradas buenas o malas, adecuadas o inadecuadas, o hasta intrínsecamente perversas, según el punto de vista o los intereses u objetivos de quienes las utilizan. Lo mismo ocurre en lo que respecta a la deliberación democrática que se realiza a través de soportes digitales: hay prácticas que pueden ser calificadas como innovadoras (hay grupos sociales y políticos que otorgan a los medios telemáticos un gran protagonismo en la conformación de sus criterios, además de utilizarlos para la toma de decisiones internas); otras son indiscutiblemente negativas (es el caso de la difusión de noticias falsas); y hay otras más opinables (sería el caso del, a mi juicio, excesivo protagonismo que en los soportes digitales y, en particular, en las redes sociales han adquirido los elementos audiovisuales anecdóticos).

Los avances tecnológicos siempre sorprenden y crean incertidumbres -y hasta sospechas- a quienes no nacen con ellos. Sobre todo porque inducen cambios culturales que a menudo desubican a usuarios potenciales de esas nuevas tecnologías. Pero, en general, y en particular la TIC, son un componente ubicuo e insustituible de nuestro tiempo, al que la democracia -sobre todo si es deliberativa- debe adaptarse de forma creativa y constructiva, al menos si aspira a ser un instrumento político válido para las siguientes generaciones. En todo caso, la democracia -sobre todo si pretende ser deliberativa- o es sosegada y basada en razones y argumentos que, desde el respeto a las personas y a la pluralidad de ideas, pretenden convencer a quienes piensan de forma diferente, o no es ni será democracia -y todavía menos, deliberativa-. Y para que las cosas se produzcan de una u otra manera, no es determinante que el canal de comunicación y deliberación sea digital, analógico o pretecnológico (un buen ejemplo de ello es cómo se han ido produciendo las cosas, buenas y menos buenas, a lo largo de este tiempo de confinamiento y uso -y hasta abuso- de las TIC).

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