¡Oh deporte!  /  Mi Real Sociedad  

La operación EIBAR1992

¿Otra "operación EIBAR"? 2014

Soy accionista del Eibar. En el año 2005 compré una acción. Al igual que cuando he suscrito acciones de otras sociedades anónimas deportivas (la Real Sociedad o el Real Unión), era consciente de que era un dinero donado a fondo perdido.

La operación resultó un tanto curiosa porque para llegar a ser titular de una acción cuyo valor nominal es 60,10 euros (según consta en el título de propiedad que me enviaron) aboné previamente 180 euros a la Sociedad Mercantil MENDATE S.L. Al parecer, el Eibar había anunciado una “campaña de venta de 2700 acciones en autocartera” al susodicho precio de 180 euros (aunque, según mis informaciones, en aquellos momentos el Eibar no tenía autocartera de acciones y, de hecho, quien me la vende es una sociedad instrumental del propio Eibar).

La donación al Eibar era una forma de mostrar mi simpatía y solidaridad con una entidad con algunos de cuyos directivos había mantenido una cordial relación durante varios años; precisamente la época en la que se gestiona que el Eibar no renueve el convenio de colaboración que desde 1992 mantenía con el Athletic (que está en el origen de “La operación Eibar”) y suscriba un nuevo convenio con la Real Sociedad.

La historia es que en 1992 la normativa obligó a la Sociedad Deportiva Eibar a convertirse en sociedad anónima deportiva para poder seguir participando en la liga profesional de fútbol. Para ello debía reunir un capital social de cerca de 400.000 euros de la época (aunque en aquel momento se contaba en pesetas). La suscripción de acciones para que el Eibar continuara su periplo deportivo en el fútbol profesional no alcanzaba la cantidad estipulada, lo que condenaba al Eibar a abandonar la Segunda División (que según la normativa es una categoría “profesional”) y a descender a la Segunda División B (que según la normativa es una categoría “no profesional”).

Llama la atención que en un pueblo como Eibar, en el que, a pesar de que las crisis del último cuarto del siglo XX hicieran estragos económicos importantes, es conocida la existencia de estirpes de reconocida solvencia económica, nadie diera un paso al frente para poner en el Eibar dinero suficiente como para cubrir su capital social.

En 1992 quien acudió al rescate fue el Athletic (al que, por cierto, la mandanga legal que rige el asunto futbolero nunca ha obligado a convertirse en sociedad anónima deportiva). Y a mi me parecía -y me parece- que permitir que el Athletic se enseñoreé de la cantera del fútbol guipuzcoano era y es un riesgo que la Real Sociedad no puede permitir. De eso va “La operación Eibar”.

Salvando todas las distancias con la situación del año 1992, la historia amenaza con repetirse. Es sabido que para continuar en el fútbol profesional (en Segunda o en Primera División), el Eibar debe realizar una ampliación de capital. ¿Se logrará esta vez que los eibarreses de pro aflojen el bolsillo? A estas alturas, no sería de recibo que alguien pusiera sobre la mesa otra operación Eibar.


Que nadie pretenda leer entre líneas fobias anti-Athletic, ni provincianismos enraizados en algo que no sea la propia realidad de nuestro país. Pero la compra del Eibar por instancias que no ocultan su vinculación al club vizcaíno es una operación de largo alcance que atenta gravemente -quizá mortalmente- contra la primera entidad deportiva de Gipuzkoa: la Real Sociedad. Y, por qué no decirlo, desestabiliza de alguna manera a la globalidad del deporte guipuzcoano, atacando a su "buque insignia", la Real, que lidera de manera natural y por méritos propios el fútbol, la modalidad deportiva mayoritaria en practicantes y en adhesión social.

Los vientos del deporte se mueven (o, mejor, son movidos, y además desde fuera de nuestro país) a velocidades desorbitadas y, a pesar de su pesada inercia hacia el pasado, el fútbol está destinado a ser, si acepta el reto, el punto de referencia de la estructuración de los "grandes" deportes, los mayoritarios, los que llenan el ocio activo y pasivo de tantos y tantos ciudadanos.

En Gipuzkoa, auténtico terreno abonado para ser vanguardia de los nuevos conceptos deportivos que van a imperar en el futuro, el fútbol debe ser, por derecho propio, la columna vertebral del deporte. Y sin una entidad líder, sin una Real Sociedad fuerte y decidida a asumir ese liderazgo deportivo y social que le corresponde, el fútbol y por ende el conjunto del deporte guipuzcoano estará en situación crítica. O al menos esto es lo que se deduce de cualquier razonamiento lógico de quienes pensamos que los clubs han sido, son y van a ser el soporte fundamental de nuestro deporte.

Llegados hasta aquí, algún lector habrá pensado que sólo desde una paranoia catastrofista pueden vaticinarse tantos males para el deporte guipuzcoano como consecuencia de la compra del Eibar por el Athletic de Bilbao. Quizá sea una conclusión, la del lector, demasiado apresurada.

Gipuzkoa es un pequeño territorio poblado por unos pocos cientos de miles de habitantes. Cuenta, además, con una gran tradición en el deporte de competición y una enorme expectación social hacia la alta competición y el espectáculo deportivo. Es cierto que los ciudadanos estamos cambiando nuestra óptica del deporte y que cada vez somos deportivamente menos pasivos y más activos; también lo es que nuestros clubs van a tener que cambiar, al unísono, su concepción del deporte y su estructura. Pero todos necesitamos de nuestro "espíritu" deportivo, y este está entroncado en nuestra forma de entender el deporte, en nuestra cultura deportiva, y en su centro, indiscutiblemente, está la Real Sociedad.

Quizá pudieran haberse enfocado estas líneas, y serían más comprensibles o, al menos, más gratificantes para muchos, desde un análisis del auténtico rejón, que si no es de muerte pretende preludiarla, que supone para la Real Sociedad la "operación Eibar"; lo que significa tener al Athletic enclavado, a sus anchas, en una de las partes vitales de nuestra anatomía futbolística; lo que va a suponer para nuestros niños y jóvenes poder identificarse, sin reparos, con la estrategia del Athletic, porque para ello ya no hay que "emigrar" a Lezama; lo que representa que, de una forma u otra, una parte sustancial del fútbol guipuzcoano, de sus clubs, se entronque, sin problemas contra natura, con nuestro rival natural; lo que significa que el Athletic organice un nuevo y, sin duda, mejor Lezama en territorio guipuzcoano (y, a lo peor, con infraestructura costeada por los guipuzcoanos). Pero, estos análisis corresponden a la propia Real Sociedad y, en su caso, a la Federación Guipuzcoana de Fútbol, y es a estas entidades a quienes corresponde la iniciativa de oponerse al establecimiento de una sucursal eibarresa del Athletic, so pena que una visión menos coyuntural de los propios dirigentes del Eibar logre abortar, en última instancia, una operación que, de producirse, dejará al descubierto un futuro cuando menos paradójico de nuestro fútbol.

Tan sólo una posición egocéntrica y el considerar que se cuenta con un "toque" sobrenatural pueden avalar una actitud tan pasiva de la Real Sociedad ante este grave hecho que condiciona a largo plazo su futuro. Y nosotros, los nuevos accionistas, tan campantes.

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