¡Oh deporte!  /  Pensando el deporte

Deporte universitario a distanciamayo 2018

Hace muchos años que pienso que lo que se conoce como deporte universitario (sic) es, en general, un despropósito. No obstante, durante el tiempo en que ejercí como técnico en materia deportiva renuncié a proponer alternativa alguna al respecto desde la convicción de que no serviría para nada, dada la endogamia supina en que vive la Universidad. Incluso ahora que mis reflexiones sobre el deporte son realizadas desde la grada, me resisto a analizar en profundidad el anacrónico tratamiento que se da al deporte en la Universidad.

Sin embargo, alguien ha puesto los medios para que, al abrir el correo electrónico cada cierto tiempo, no me quede otro remedio que acordarme del viejo asunto (además de hacer que me sienta ninguneado como alumno universitario a distancia). Y para aliviarme, no me ha quedado otro remedio que expresar mi queja -aunque sólo sea un brindis al sol- y, de paso, lanzar una breve diatriba contra el dichoso deporte universitario.


Haber ejercido durante décadas como técnico de deportes de la administración pública me permite hablar de deporte y, en particular, de lo que de forma rimbombante se denomina deporte universitario (sic) con cierto conocimiento de causa. No obstante, debo reconocer que, en primera instancia, lo que me impulsa a escribir sobre este asunto es, sobre todo, la sorprendente experiencia sufrida en calidad de alumno de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), universidad pública de ámbito estatal dependiente del que, por el momento, es el Ministerio de Educación, Cultura y -también- Deporte.

En muchas materias (como, por ejemplo, la Sociología, objeto de mis dedicaciones estudiantiles), la enseñanza presencial tradicional debería estar en declive, tras haberse rendido humildemente a los avances de la tecnología. De hecho, tengo la convicción de que, en gran medida, se mantiene sólo por el afán de buena parte del profesorado por resistirse al cambio del modus operandi que ha venido utilizando a lo largo de la historia. En cualquier caso, es evidente que la característica diferencial que lleva (o, al menos, llevaba) a una persona a elegir estudiar en la UNED es, precisamente, su vocación fundacional de ser una universidad a distancia. Es decir, una universidad en la que la docencia está planteada para atender a un alumnado que, con carácter general, no tiene como eje fundamental de su aprendizaje la asistencia a sesiones presenciales.

En buena lógica, la relación con la UNED se realiza básicamente a través de internet, por lo que es habitual recibir información de diversa índole a través del correo electrónico. Una de las instancias universitarias que periódicamente me envía información es UNED Deportes. Es sabido que la UNED tiene su sede central en Madrid y, probablemente, hay una parte relevante del alumnado que reside en la capital o en sus aledaños. Sin embargo, llama la atención que, en una entidad que tiene como divisa principal ser una universidad a distancia, las actividades a las que UNED Deportes invita a participar se realicen habitualmente en un entorno geográfico que, por lo general, está en la Comunidad de Madrid.

Independientemente de la inoportunidad de las reiteradas invitaciones a hacer deporte por parajes que me vienen tan a desmano, reconozco que soy radicalmente contrario a la rancia tradición de intentar diferenciar el deporte que practican l@s estudiantes universitari@s del que practica el resto de la ciudadanía. Sobre todo porque el afán por mantener la Universidad como un ámbito específico de práctica deportiva es una herencia de la vieja concepción elitista del deporte que sólo practicaban los miembros de las clases altas de la sociedad, que, claro está, eran quienes iban a la Universidad.

Al respecto, conviene recordar que todavía se sigue organizando la Universiada (sic), para que sólo l@s universitari@s demuestren lo excelentes deportistas que son, mientras que a nadie en su sano juicio se le ocurre organizar, por ejemplo, unos campeonatos sólo para jóvenes que trabajen por cuenta ajena o -con un poco más de coña- para cualquiera excepto para quienes estudien en una universidad.

No se trata de hacer un alegato contra el supuesto centralismo de la UNED, pero produce cierta sorpresa que algunas de las actividades promovidas por UNED Deportes y que, obviamente, sólo pueden interesar a quienes vivan en el entorno de la capital del reino, tengan incluso como incentivo la obtención de créditos universitarios.

En cualquier caso, sería deseable que quienes tengan la capacidad de decidir a dónde va el deporte en cualquier universidad refresquen sus ideas sobre cómo debe entenderse el deporte en una sociedad como la nuestra y sobre cómo podría o debería actuar la Universidad al respecto. Y, por supuesto, es imprescindible que quien decida qué hace o debería hacer UNED Deportes tenga presente para qué y para quiénes está pensada la UNED.

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