¡Oh deporte! / Pensando el deporte
Las verdades del medalleroagosto 2024
Gorka Leunda Azurmendi
¿Hay un modelo vasco de iniciación deportiva?
Javier García Aranda
Conocí a Gorka Leunda Azurmendi a comienzos de siglo. Hacía poco que había iniciado su trayectoria profesional como consultor deportivo. Después fundó Avento Consultoría, cuya dirección comparte con Ainhoa Azurmendi Echegaray. Hemos colaborado en numerosos proyectos y hemos consolidado una amistad que hace tiempo que traspasó las fronteras del deporte.
A rebufo de los resultados obtenidos por las y los deportistas vascos en los Juegos Olímpicos de París 2024, acaba de publicar Las verdades del medallero (El Diario Vasco, 15 de agosto de 2024), en el que, entre otras cosas, analiza la correlación entre los logros deportivos y la forma de enfocar las estructuras del deporte. Como dije a Gorka cuando me envió el artículo, es reconfortante leer algo relacionado con el deporte que vaya más allá de la anécdota.
No obstante, hay un detalle curioso en la forma en que ha sido publicado su artículo. En efecto, si se compara el texto aparecido en la prensa y el original que aquí se adjunta, es fácil comprobar que en aquel no aparece un párrafo: “En la otra cara de la medalla, Bizkaia. Con el 6% de las medallas es el territorio con menor aportación al medallero vasco, muy lejos de su potencial como territorio, tanto por volumen de población como por recursos”. No es la primera vez que un periodista del citado diario se toma la libertad de decidir unilateralmente sobre el contenido de un artículo de opinión (hay un viejo ejemplo en La financiación del deporte guipuzcoano y la Kutxa).
Detrás del párrafo censurado -que puede interpretarse como una crítica hacia la política deportiva vizcaína- quizás solo está la intención (sic) de contribuir a la cohesión social y deportiva del País Vasco. Pero, además de la falta de respeto hacia el autor del artículo, se escamotea a la opinión pública un dato que es la constatación empírica de la forma torticera con que en el territorio vecino se ha interpretado el modelo vasco de iniciación deportiva en la etapa escolar.
Una interpretación detrás de la cual siempre ha estado el deseo de proteger la estrategia del Athletic por mantener un rancio modelo de iniciación deportiva, monopolizado por el fútbol. Un modelo que, bajo la atenta mirada hacia otro lado de quienes dicen que dirigen el deporte vasco, no solo ha demostrado ser poco eficiente, sino que nunca ha respetado los intereses de los niños, las niñas y los y las jóvenes que se inician en el deporte. Y no solo en Bizkaia, sino también en Gipuzkoa, como demuestra la persistencia del Athletic en captar prematuramente niños guipuzcoanos.
París 2024 nos ha dejado ocho nuevas medallas vascas que se suman a las 65 medallas conquistadas anteriormente por deportistas de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra. En total, 73 medallas obtenidas a lo largo de la historia del olimpismo moderno.
Sin desmerecer el hito de los JJOO de Amberes 1920, donde 14 futbolistas vascos lograron la medalla de plata, podemos considerar que la eclosión del deporte olímpico vasco se produce a partir de Barcelona 92. Desde entonces, el deporte vasco comienza a cosechar medallas de forma recurrente en todas las ediciones. Especialmente significativas fueron las primeras medallas olímpicas obtenidas por las gimnastas de rítmica y las jugadoras de hockey para el deporte femenino vasco en aquellos juegos de Barcelona, convirtiéndose en las primeras campeonas olímpicas vascas de la historia.
Sería un ejercicio de reduccionismo pretender realizar un diagnóstico del estado del deporte de un territorio a través del número de medallas obtenidas por sus deportistas en los JJOO, pero el medallero histórico ofrece una secuencia de datos suficientemente relevante como para, al menos, poner sobre la mesa algunas hipótesis para la discusión.
En primer lugar, que el 73% de las medallas se logren a partir de Barcelona 92 puede responder, entre otros factores, a una creciente popularización del deporte y a la implantación gradual de una oferta deportiva estructurada en las edades de iniciación, allá por la década de los 80. Precisamente, en 1988 se aprueba lo que se conoce como la primera ley del deporte de Euskadi. Esta ley tiene por objeto la ordenación del deporte y de la cultura Física en Euskadi, y entre otras cuestiones no menos relevantes aborda la regulación de la actividad deportiva en edad escolar, apostando por la implantación de un modelo de iniciación basado en la polideportividad.
Hasta entonces, sin regulación alguna, el fútbol era la oferta hegemónica y, en consecuencia, tenía la capacidad para captar a todos los niños que mostraban ciertas habilidades, con independencia de su edad. Además, se consideraba que la especialización temprana era un ingrediente necesario en la formación de futuros futbolistas profesionales. Por lo que esta ley era vista como una amenaza para los intereses del fútbol.
Este contexto de conflicto provoca que el desarrollo normativo de la ley por parte de las diputaciones forales se produzca de forma no homogénea en los tres territorios. Gipuzkoa es el territorio que realiza un desarrollo normativo más estricto, lo que favorece que otras modalidades deportivas ganen más espacio. Se produce un cambio estructural en la oferta deportiva de iniciación del territorio, alterando también el desarrollo de los itinerarios deportivos posteriores a la edad escolar.
Quizás esto explica, en parte, que el 55% del total de medallas vascas correspondan a deportistas de Gipuzkoa -el 71%, si se tienen en cuenta únicamente los datos de la CAV-; que desde Barcelona 92 hasta París 24, Gipuzkoa no haya fallado en ninguna edición a su cita con el pódium; o que esas medallas se hayan logrado en siete modalidades diferentes.
En la otra cara de la medalla, Bizkaia. Con el 6% de las medallas es el territorio con menor aportación al medallero vasco, muy lejos de su potencial como territorio, tanto por volumen de población como por recursos.
¿Y el fútbol? Desde Barcelona 92 se han logrado un total de 12 medallas en esta modalidad: cinco, tanto Gipuzkoa como Navarra, y una medalla para Bizkaia y Araba. Quizás un modelo de iniciación polideportiva sea más compatible de lo que algunos creían con la formación de futbolistas de alto nivel. Es más, quizás, condicionar excesivamente la política deportiva de un territorio a los intereses de una determinada modalidad no sea bueno ni para el deporte en general, ni para esa modalidad en particular.
Si se quiere explotar todo el potencial del deporte vasco, tal vez no baste con limitar las actuaciones a la financiación de los programas destinados al deporte de alto nivel. Es el momento de mirar a la realidad de frente y adoptar medidas estructurales que contribuyan a enriquecer e incrementar el nivel de calidad de la oferta, incidiendo en factores críticos como la gestión -política deportiva-, los medios -instalaciones deportivas- y cualificación de personal técnico -capacitación y profesionalización-.
Y, por último, que el brillo de los metales no nos haga caer en la autocomplacencia, porque hay mucho por hacer. Basta con echar un vistazo a los problemas del ciclismo de base en Gipuzkoa, al estado de algunas instalaciones deportivas que deben ser capitales en la formación del talento deportivo, o a las carencias del deporte escolar, que también las tiene, por supuesto. En definitiva, mejoremos las condiciones de la oferta deportiva de hoy para garantizar los éxitos deportivos de mañana, los olímpicos y los no olímpicos.