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La financiación del deporte guipuzcoano y la Kutxa1991

La financiación del deporte 2014

El artículo La financiación del deporte guipuzcoano y la Kutxa fue publicado en prensa en 1991 (en uno de los periódicos sustituyeron el título original por “Gigante de pies de barro”). El tema de fondo era la dificultad endémica de los equipos guipuzcoanos de alto nivel para financiarse. Las causas del problema eran y siguen siendo las mismas: no pueden -ni deben- ser financiados por las administraciones públicas, y en Gipuzkoa es difícil obtener financiación privada suficiente.

La alternativa planteada superaba, además, el ámbito estrictamente deportivo, ya que implicaba un cambio en la obra social de Kutxa: dejar de financiar proyectos asistenciales (que deben ser atendidos desde las administraciones públicas) y utilizar esos fondos para financiar, entre otros, proyectos deportivos que no necesariamente fueran rentables desde el punto de vista publicitario.

El tema era controvertido y discutible. Tenía incluso mis dudas acerca de que los medios de comunicación publicaran un texto en el que de manera explícita se ponía sobre la mesa la estrategia de futuro de la obra social de Kutxa. Lo curioso del asunto es que lo que se cuestionó del artículo fue una frase que, a mi juicio, era y es una opinión poco discutible en una sociedad como la guipuzcoana (sin perjuicio de que se apueste por desarrollar el concepto de Actividades deportivas básicas, que es posterior a 1991). La frase en cuestión aparece en uno de los párrafos iniciales: “Los ciudadanos deberemos acostumbrarnos a valorar y, por tanto, pagar los servicios deportivos que nosotros o nuestros hijos recibimos”. Al parecer un alto cargo de un periódico se opuso a que se publicara el artículo si no se omitía del texto dicha afirmación.

En los años 80 del siglo XX, una corriente de opinión postuló que el deporte debía ser público y gratuito (equiparando el deporte a derechos como la educación, la sanidad o los servicios sociales). A mi juicio, la idea de considerar el deporte como un bien social es correcta y constituye un buen argumento para que las administraciones públicas promuevan equipamientos deportivos que hagan posible la práctica de la actividad física y el deporte por la generalidad de la población y, también, para propiciar que una parte de la práctica deportiva de ciertos segmentos de población sea financiada, en todo o en parte, con fondos públicos. Sin embargo, la experiencia de algunas administraciones municipales, que sufrieron un colapso económico tras hacer que el deporte fuera público y gratuito en su ámbito competencial, demostró empíricamente la imposibilidad de cumplir de forma radical el bienintencionado desiderátum.

Lo que llama la atención en el caso de la frase en cuestión es que a la visión del deporte defendida por unos románticos -que no se detuvieron a cuantificar su coste ni a prever sus consecuencias- se apuntara un alto cargo de un medio de comunicación importante y no caracterizado precisamente por sus posturas izquierdistas ni radicales. El asunto se resolvió de forma salomónica: el periódico del alto cargo supuestamente romántico suprimió la frase y publicó el resto del artículo, en tanto que en otro periódico (por cierto, del mismo grupo editorial) se publicó sin censura alguna.


El deporte guipuzcoano es un gigante con los pies de barro: los de su financiación. El fenómeno social más incuestionable de este Territorio presenta unas expectativas llenas de incertidumbre.

Garantizar que el deporte guipuzcoano mantenga una línea ascendente, tanto en la cantidad de deportistas como en la calidad de su práctica, exige que la aportación al mismo de medios económicos aumente de forma importante.

Los ciudadanos deberemos acostumbrarnos a valorar y, por tanto, pagar los servicios deportivos que nosotros o nuestros hijos recibimos. Las entidades públicas tendrán que incrementar su dotación presupuestaria al deporte. Y, por otro lado, habrá que posibilitar que las empresas radicadas en Gipuzkoa aumenten significativamente su aportación al deporte, acertando en el diseño de fórmulas idóneas, que permitan rentabilizar tanto el escaparate que es el deporte como, simplemente, los afectos que despierta.

Como viene ocurriendo hasta ahora, algunas facetas del deporte guipuzcoano se soportarán fundamentalmente en la financiación pública, mientras que otras no podrán hacerlo (y hasta puede que sea lo mejor para su propio desarrollo), y deberán colocar sus expectativas en obtener aportaciones de dinero privado.

En Gipuzkoa, el deporte practicado por escolares, jóvenes y ciudadanos en general, el deporte de rendimiento o los espectáculos deportivos profesionales no son realidades independientes. El entramado del deporte guipuzcoano guarda una de sus claves en el equilibrio de sus diferentes componentes.

Con un limitado volumen de habitantes, una estructura productiva que genera escasos bienes de consumo familiar y la implantación del binomio TV-Deporte (indispensable, por otro lado, para el deporte espectáculo profesional), el deporte de rendimiento, el de los clubs, en cierto modo el deporte guipuzcoano "de siempre", el que ha originado que la actual realidad deportiva de Gipuzkoa sea lo que es, está herido de gravedad.

Nuestros clubs, nuestros "equipos", también los de medio y alto nivel, tienen graves problemas económicos. Tan graves que su continuidad depende, en buena medida, de que el deporte guipuzcoano adopte una estrategia colectiva que garantice la estabilidad de estos clubs.

Esta estrategia común de desarrollo -y aun de supervivencia-, imprescindible para el conjunto del deporte guipuzcoano, exige el consenso de todos sus elementos: financiadores y financiados. En este consenso no puede faltar una entidad, sin la cual es posible que no pueda subsistir una buena parte del entramado deportivo guipuzcoano: la Kutxa.

Es innegable su presencia, pasada, presente y, a buen seguro, futura en el patrocinio de acontecimientos y entidades deportivas de diversa índole. Pero al deporte guipuzcoano, sobre todo a ése al que no le llegan de otra parte los recursos, no le es suficiente una aportación planteada desde la óptica de lograr para la Kutxa contrapartidas publicitarias que, nadie lo duda, están limitadas por la propia realidad de nuestro deporte.

En estos momentos de pública reflexión sobre los aspectos de la sociedad guipuzcoana que deben ser objeto de atención de una parte sustancial de los beneficios que genera la Kutxa, el deporte guipuzcoano, sobre todo el de nuestros clubs, está obligado a reclamar un sitio bajo el sol de ese nuevo concepto de obra social que tiene que modelarse.

Una obra social que no puede pasar de largo ante una realidad de primer orden de la sociedad guipuzcoana como es el deporte, que presenta en una de sus facetas más conocidas popularmente un presente penoso y un futuro lleno de dudas.

A nuestro pequeño gigante le hacen falta clubs, grandes clubs, que tiren del él. La nueva obra social de la Kutxa tiene la solución. El futuro del deporte guipuzcoano puede depender de ello.

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