El blog de Javier García Aranda

Una periodista entrevista a un hombre joven en un aeropuerto. Acaba de llegar en un vuelo procedente de un país lejano, en el que se ha recrudecido un conflicto latente desde hace tiempo. Las explosiones y los disparos empezaron sin previo aviso. Aquello se convirtió en un caos. Tuvieron que refugiarse en el hotel hasta que les facilitaron los medios para llegar al aeropuerto. Pasaron unas interminables horas de angustia hasta que, por fin, pudieron subir al avión. Cuando lograron despegar, se desataron las emociones y se produjo un gran alborozo. Habían logrado salir con vida. Por los pelos. Hubiera sido mala suerte que aquello hubiera acabado de forma fatal. Solo querían conocer aquel país. Un país pobre, pero lleno de belleza y mucho encanto. La entrevistadora le pregunta si sabían que allí no hay garantías de seguridad, que hay grupos armados enfrentados. El hombre responde que no pensaron que aquello podría ocurrir; lo importante es que han podido regresar a casa. La periodista da por finalizada la entrevista. Mira a cámara y explica que todavía no se sabe a ciencia cierta qué está ocurriendo, aunque se teme que hay un elevado número de muertes e innumerables personas heridas. Al fondo de la imagen se ve a las que han logrado regresar mientras son abrazadas por sus familiares. La aventura ha acabado. Y, felizmente, pueden contarla.