¡Oh deporte!  /  Pensando el deporte

Planificación de instalaciones deportivas en el ámbito municipal1992

Javier García Aranda y Carlos Alfonso Artola

Javier García Aranda 2014

Redactado en colaboración con mi colega y amigo Carlos Alfonso Artola (que en aquel momento, antes de ser Jefe de Servicio de Deportes, ejercía como experto en instalaciones deportivas de la Diputación Foral de Gipuzkoa), este artículo fue publicado en 1992 en la revista Dirección Deportiva, que editaba Sports Quality International.


La construcción o acondicionamiento de equipamientos deportivos constituye un componente de primer orden en cualquier política deportiva. Por un lado, por la indudable trascendencia que alcanzan las infraestructuras en cualquier sistema deportivo, hasta el punto de condicionar de manera radical su desarrollo, y, por otro, por la entidad económica que supone cualquier intervención en la materia, de tal forma que absorbe, generalmente y por el momento, una parte sustancial del presupuesto destinado al deporte (1). Adquiere, por tanto, una extraordinaria importancia la adecuada definición de la política a seguir por cualquier institución pública en materia de inversiones en equipamientos deportivos.

EL AMBITO DE LA PLANIFICACION 

Como vehículos de dicha política se han venido utilizando los genéricamente denominados "Planes de Instalaciones Deportivas", en los que, por lo general, se pretende planificar, en el tiempo y en un ámbito territorial concreto, las inversiones económicas a realizar para la consecución de un determinado nivel de equipamiento deportivo. 

Aspectos tales como la fijación del nivel mínimo de equipamientos, la corrección de desequilibrios regionales o la programación de inversiones en instalaciones singulares de gran ámbito de influencia confieren validez a la planificación realizada en un ámbito territorial extenso. Sin embargo, dicha planificación global, incluso si va acompañada de la correspondiente financiación o se trata de instalaciones destinadas al más alto nivel de competición, podría cuestionarse si se pretendiera pasar, indiscriminadamente, desde el proceso de fijación de objetivos a la ejecución real de proyectos sin atravesar el filtro o "criba" municipal. Avala esta argumentación el simple repaso de los graves problemas de gestión surgidos en instalaciones propiciadas unilateralmente desde las cúspides de las administraciones del deporte.

Enlazando con la anterior reflexión, es necesario presentar al municipio como el ámbito natural donde debe desarrollarse, o cuando menos tener su culminación, la planificación de equipamientos deportivos, por ser el único ámbito en el que puede abordarse eficazmente la planificación de "detalle" y en donde, al ser el municipio el núcleo esencial de la política deportiva de la Administración Pública, se deberá y permitirá ajustar la dotación de infraestructuras a la oferta concreta a los ciudadanos.

Lo anterior es válido incluso considerando el ámbito municipal en sentido amplio, pues la primera reflexión que deberá realizar un municipio (por pequeño que sea) que pretenda ocuparse del derecho de sus ciudadanos a la práctica deportiva es si diseñará su política deportiva en solitario o con otros municipios de su entorno o comarca. Sin duda, parte esencial de esta política deberá ser la estrategia en materia de planificación de inversiones para la construcción de equipamientos deportivos.

LA CLAVE DEPORTIVA

En cualquier ámbito en el que se pretenda abordar la planificación y muy especialmente en el municipal, las repercusiones de toda índole que tiene cualquier decisión en materia de equipamientos deportivos hacen necesaria la conjunción de diversos criterios al respecto, tales como políticos, urbanísticos, sociológicos, etc., así como una aportación sustancial de un análisis del tema realizado en lo que podemos denominar "clave deportiva". Esta conjunción de criterios debe realizarse de forma que, con los límites razonables desde el punto de vista económico y del bien común, sean estas determinaciones hechas en "clave deportiva" las que, de alguna manera, prevalezcan sobre las demás y marquen la pauta sobre las necesidades de equipamientos deportivos.

No debe entenderse que se proclama la supremacía de los criterios de "deportistas" a la hora de decidir actuaciones en materia de equipamiento deportivo. Entiéndase el término "clave deportiva" en sentido amplio, como el análisis realizado desde esa óptica por profesionales de diversa índole que, eso sí, entienden de "deporte", sin perjuicio de las decisiones finales en materia urbanística o de inversiones que, lógicamente, deben adoptarse por las instancias políticas correspondientes.

LA "PUESTA EN MARCHA" DE UNA INSTALACION

Un plan de instalaciones deportivas no debe considerarse en sí mismo, como un objetivo de la política de equipamientos deportivos, sino como un instrumento al servicio del proceso de toma de decisiones que permitirá, de manera coherente, configurar el nivel de equipamientos más idóneo.

Para ello, y como se analizará posteriormente, resultará conveniente configurar un plan de carácter general que no pretenda recoger, de manera exhaustiva, todas las particularidades que presentará cada una de las instalaciones deportivas. De este modo se logrará que de cualquier modificación puntual de sus previsiones iniciales no se derive la invalidación de dicho plan.

Al reflexionar sobre lo que significa una visión global de lo que debe ser o llegar a ser un equipamiento deportivo o, más en concreto, una instalación deportiva, analizaremos a continuación los diferentes procesos inherentes a la "puesta en marcha" de una instalación deportiva, que de manera sintética podemos denominar:

  • Inserción en la planificación general. 
  • Definición del Programa. 
  • Diseño. 
  • Ejecución material del proyecto. 
  • Gestión de la instalación. 

En primer lugar, se debe señalar que, aunque formalmente estos procesos pueden ser consecutivos en el tiempo, una visión global -imprescindible para quien tome decisiones- exige tener en cuenta, a priori, todos ellos: desde lo que esa instalación supone en el contexto de una planificación global de necesidades, hasta la vocación final de la instalación y, por tanto, las características que reunirá su gestión. Sin una concepción global del hecho deportivo de ese municipio (o, en su caso, de esa región o país) no es posible realizar una toma de decisiones adecuada o con una mínima garantía de no cometer graves errores. 

En lo referente a la inserción en la planificación general, debe resaltase lo obvio que resulta disponer de un plan general de actuación. No es necesario que dicho plan sea excesivamente detallado en primera instancia, pero habrá que tener en cuenta tanto la optimización de la intervención a realizar (aprovechamiento de la parcela, inversión económica, vocación deportiva...), como la incidencia que las decisiones que se adopten vayan a tener en dicha planificación general.

Lo que hemos denominado como definición del programa supone la concreción de lo que debe "contener" la instalación en cuestión. Es un apartado en el que la "clave deportiva" antes mencionada debe prevalecer incuestionablemente sobre cualquier otro condicionante y que, por tanto, debe de realizarse de forma explícita y detallada, fundamentalmente por los profesionales adscritos a los centros de decisión en materia deportiva.

Esta definición del programa debe recoger, como queda dicho, los elementos más adecuados para optimizar la inversión a realizar y el aprovechamiento del espacio objeto de la intervención, aunando intereses de diversa índole (zonales, sectoriales...), y debe ser realizada rigurosamente antes de procederse al diseño o determinación de la "forma" que va a tener el "continente" de dicho programa (2). Lo anterior, sin olvidarnos de las posibles modificaciones que, a la vista de las dificultades y, en su caso, de las posibilidades de mejora o ampliación, pueda sufrir el programa inicialmente previsto al transformarse en un diseño concreto.

En lo que respecta a la ejecución material del proyecto, desde la óptica de la optimización de los recursos económicos es fundamental que esta fase se realice de forma correcta, con estricto control por parte de los servicios municipales, en donde también deben intervenir de manera relevante los técnicos del área de deportes especialmente dedicados al tema de los equipamientos deportivos.

La ejecución material del proyecto no debe acometerse, en ningún caso, sin haber cumplido rigurosamente con los procesos anteriores ya indicados y haberse aprobado, sin duda alguna, el proyecto de ejecución redactado. Es más, sería deseable la participación, en todos los procesos señalados y muy especialmente en el de la ejecución material, del responsable de gestionar directamente la instalación una vez finalizada, intervención que resulta absolutamente positiva y rentable en todos los casos.

Precisamente, este último apartado de la gestión suele ser muy olvidado a la hora de construir instalaciones deportivas, pero debería formar parte importante del bagaje de consideraciones a valorar por los técnicos "planificadores", por lo que supone de visión global, no sólo de la instalación objeto de estudio, sino también del hecho deportivo municipal o incluso supramunicipal, lo que puede condicionar de manera importante las características de una determinada actuación.

UN PLAN DINAMICO

La determinación de las necesidades en materia de equipamientos deportivos es un elemento clave en la elaboración de un plan de intervención en materia de instalaciones deportivas.

Un procedimiento elemental para obtener los déficits de un determinado tipo de instalaciones es comparar las dotaciones existentes de tal tipo de' instalaciones, con un cálculo teórico de las necesidades globales para, por simple sustracción, obtener las necesidades a cubrir en un supuesto plan de actuación (3).

Posteriormente, condicionantes de tipo económico, urbanístico... e incluso de orden deportivo limitarán las posibilidades reales del plan, el cual, si pretende tener una validez real, deberá tener una determinada previsión de desarrollo en el tiempo.

Este primer plan de carácter general, cuyas características formales pueden ser muy diversas, se irá trasladando a la realidad en base a decisiones de actuación puntuales, cada una de las cuales supondrá un proceso de "puesta en marcha" de un determinado equipamiento o instalación deportiva y cuyo resultado final modificará, a buen seguro, las previsiones del plan inicial, dando lugar a un ajuste de este.

De esta forma, por acomodaciones sucesivas del plan de carácter general inicialmente concebido y en base a decisiones puntuales reales, se irá conformando un plan de actuación dinámico y que, sin dejar de ser respetuoso con la planificación en el tiempo y con las previsiones económicas realizadas en un primer momento, podrá ser un instrumento de trabajo válido para la toma de decisiones en la materia.

(1) Nos referimos a las inversiones en equipamientos deportivos auspiciadas desde instancias de la Administración Pública, sin presuponer la titularidad ni las fórmulas de gestión posteriores. (2) Lo que no admite dudas es que si, en origen, el programa es definido de manera incompleta o incorrecta y esto no es corregido en la fase de diseño o, en su caso, en la de ejecución (lo que es muy poco probable), se obtendrá como resultado una instalación deportiva con graves problemas de gestión y con unas posibilidades de solución a posteriori complicadas o, incluso, imposibles en la práctica. (3) Debe considerarse dicho cálculo teórico como un dato más o elemento de análisis a tener en cuenta a la hora de determinar las necesidades de instalaciones deportivas del municipio y no como un punto de referencia inalterable.
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