Crónicas de un hombre serio  /  Cantando, que es gerundio

¿Zorra? Yo no soy esafebrero 2024

Zorra” (2024) es el título de la canción de Nebulossa, dúo formado por María Bas y Mark Dasousa, que ha sido seleccionada para representar a RTVE en el Festival de Eurovisión. La palabra zorra es el leitmotiv de la canción: es repetida reiteradamente tanto por la intérprete principal como por el coro que la acompaña. En el PDF adjunto se reproduce la letra de la canción, sin incluir las repeticiones de zorra por parte del coro.

Respecto al significado de la palabra zorra, el diccionario de la RAE recoge al menos dos acepciones del término susceptibles de explicar el sentido con el que es utilizado en la canción: persona muy taimada, astuta y solapada (sinónimos: ladina, taimada, pícara, cuca; antónimos: franca, ingenua, cándida, candorosa); y prostituta (sinónimos: meretriz, puta, furcia, ramera, fulana, pelandusca; no se recoge ningún antónimo de esta acepción).

Yo no soy esa” (1971) es considerada la canción más representativa de su autora, María Trinidad Pérez de Miravete Mille (1947-2009), más conocida por Mari Trini, y en la que mejor se plasma el mensaje que ella quería transmitir. El diccionario de la RAE recoge respecto del adjetivo demostrativo “esa” un uso coloquial que indica menosprecio respecto de algo o alguien, que se corresponde con el sentido en que es utilizado en la canción (la letra se reproduce también en el PDF adjunto).

Como escribió Carolina Pecharromán (www.rtve.es) con motivo del 50 aniversario de la canción, en el momento en que fue estrenada -todavía en plena dictadura franquista- fue considerada un himno feminista. Como la propia Mari Trini manifestó, la letra y el título de la canción son una réplica a la copla "Yo soy esa", compuesta en 1952 por Quintero, León y Quiroga, protagonizada por una mujer cuya mayor aspiración es ser amada por un hombre.


Para resumir las opiniones sobre “Zorra” he elegido las de algunas mujeres periodistas, nada sospechosas de mantener posturas contrarias a la lucha de las mujeres por la libertad y la igualdad. Julia Otero considera que es candidata a ser la canción del próximo verano (¿se imaginan a miles de personas coreando ¡zorra! en discotecas y fiestas populares?). Ana Pastor afirma que el tenor de la letra es un indiscutible alegato a favor de la libertad de las mujeres y en contra del machismo. Lucía Méndez subraya que, más allá de la intención última de sus autor y autora, trivializa un insulto inequívocamente machista (y que, al parecer, es el más usado en sus fechorías por los que acaban siendo procesados por violencia de género).

Esta ultima opinión coincide con el posicionamiento hecho público por algunas organizaciones feministas. Mientras tanto, desde el gobierno de Sánchez la canción ha sido considerada divertida y rompedora de moldes. La polémica está servida. ¿Se convertirá “Zorra” en protagonista principal de las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer que se celebrarán el próximo 8 de marzo? Lo que no cabe duda es que el tratamiento que allí se le dé, incluso si es totalmente ignorada, será un veredicto decisivo sobre la trascendencia social de la canción.

Todo aquello que se utiliza en las liturgias colectivas que tienen lugar en la esfera pública (canciones, eslóganes, banderas...) es susceptible de erigirse en símbolo. Y su impacto social depende de quiénes se identifiquen con él y quiénes lo rechacen, posiciones que, por otro lado, pueden ir variando con el paso del tiempo. (Que se lo pregunten al Partido Comunista de España, que encaró la transición de la dictadura a la democracia reconociendo la bandera rojigualda -que después se convertiría en constitucional-, dejando para el recuerdo y la nostalgia la tricolor republicana.)

En el caso de la música, la historia está plagada de canciones que han sido elevadas a la categoría de símbolos, más o menos perdurables y, en ocasiones, controvertidos. Algunos ejemplos: La Marsellesa, aceptado durante mucho tiempo como un himno de proyección universal, más allá de las fronteras de Francia, aunque parte de su letra genera cierta controversia; L´estaca de Lluis Llach, un canto a la colaboración intergeneracional a favor de la libertad (que puede haber perdido -o ganado- adeptos por el posicionamiento político de su autor); Lili Marleen, canción que durante la Segunda Guerra Mundial fue adoptada tanto por los soldados alemanes como por los aliados; el Gernikako Arbola de Iparraguirre, considerado por gran parte de la población vasca como el auténtico himno vasco; Bella Ciao, que ha pasado desde un pasado antifascista a convertirse en santo y seña del populismo chusco de La Casa de Papel.

Independientemente del posible éxito comercial y, en su caso, simbólico que logre la canción eurovisiva y más allá de las consideraciones que provoca la inclusión como leitmotiv de la palabra zorra, la letra de la canción es un exponente del cambio que se ha producido durante las últimas décadas en la forma de expresar el empoderamiento de las mujeres. Valga como ejemplo para la comparación la forma en que rechazaba el machismo galopante de la época la canción “Yo no soy esa”. Canción que, además del éxito musical, alcanzó un carácter simbólico relevante y sin opiniones en contra entre los y las partidarias de la igualdad entre hombres y mujeres. Y lo hizo en una época, la de la dictadura, especialmente difícil para los planteamientos feministas, incluso para los menos radicales. No sé si es solo una cuestión de edad, pero me gusta más la canción de Mari Trini.

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