Negro sobre blanco  /  Reflexiones de un estudiante de “letras”

Cupojulio 2017

Hay conspicuos defensores a ultranza del marco legal vigente en el Estado español que amagan una sonrisa escapista cuando se les recuerda que el artículo 41.1 del Estatuto de Autonomía para el País Vasco –Ley Orgánica aprobada en 1979 por mayoría absoluta del Congreso de los Diputados– establece que “Las relaciones de orden tributario entre el Estado y el País Vasco vendrán reguladas mediante el sistema foral tradicional de Concierto Económico o Convenios”. O sea que tener Concierto Económico no es algo decidido unilateralmente por la avariciosa ciudadanía vasca haciendo gala de su insolidaridad para con el resto del Estado (excepción hecha de Navarra que tiene su propio Convenio Económico).

A resultas del Concierto Económico, la CAPV debe abonar anualmente al Estado el famoso Cupo. Para información de quienes gustan de hacer juegos de palabras con el término, el Cupo no es algo que se negocia secretamente mientras se juega al mus, sino que la metodología para su determinación es fijada cada cinco años mediante una Ley de Cupo aprobada -¡oh sorpresa!- por las Cortes Generales del Estado (quienes hacen bromitas con el tema deberían saber que las sucesivas leyes quinquenales del cupo apenas han tenido votos en contra).


Pedro Luís Uriarte Santamarina (PLUS), Consejero de Economía y Hacienda del Gobierno Vasco en 1980-1984 y artífice del actual modelo de Concierto, aclara uno de los errores más extendidos sobre el Cupo: contrariamente a lo que suele decirse, “con el Cupo no se pagan los servicios que presta el Estado en Euskadi”, sino que el Cupo cubre el 6,24% de todos los gastos que realiza el Estado, en competencias cuya titularidad no ha sido asumida por la CAPV, en cualquier ámbito, es decir, dentro de Euskadi y en cualquier otra parte del Estado, o incluso fuera de él (por ejemplo, el mantenimiento de las embajadas españolas en otros países).

Conviene saber que “además, el Cupo... no se establece tomando como referencia la recaudación que se obtenga en el País Vasco, sino... en base a los gastos del Estado” y que entre esos gastos del Estado se incluyen “las amortizaciones e intereses de la deuda pública estatal”, así como “las competencias estatales relacionadas con la solidaridad” (en particular, el denominado Fondo de Compensación Interterritorial).

Todo esto viene a cuento del alboroto generado hace unos meses cuando los gobiernos de Madrid y Gasteiz alcanzaron un acuerdo político sobre la ley de Cupo para el quinquenio 2017-2021 y, aprovechando la ocasión, ajustaron cuentas sobre lo abonado por la CAPV durante el periodo 2007- 2016 (desde 2007 no se ha aprobado una ley de cupo, por lo que todavía sigue vigente la anterior). Por cierto, durante este tiempo la CAPV ha pagado religiosamente el Cupo que cada año ha fijado el Estado.

El citado acuerdo sobre el Cupo fue suscrito en el fragor de la batalla por la estabilidad del gobierno del PP y, casualmente, fue seguido del apoyo del PNV a los presupuestos del Estado para 2017. Es evidente que esta circunstancia no ayuda a reforzar la imagen del Concierto Económico como un pacto institucional entre el Estado y el País Vasco; un pacto con dilatados e intrincados antecedentes históricos y legales, que se ha ido renovando desde que en 1981 se aprobara el primer Concierto Económico de la democracia. Por el contrario, el contexto político en que se produce el acuerdo PP-PNV da pábulo a quienes opinan que el Concierto Económico es un privilegio enraizado en un tiempo caduco y que la cuantía del Cupo es el resultado del mercadeo político y que, por tanto está sujeta a la coyuntura de los resultados electorales; en esta ocasión, al régimen de zanahorias (sic) implantado por Montoro.

En cualquier caso, la hasta cierto punto lógica polvareda mediática suscitada por el extemporáneo acuerdo sobre el Cupo ha estado acompañada de una sarta de inexactitudes sobre el Concierto y sobre el Cupo que no son de recibo. El tamaño de las falsedades vertidas y la evidente tendenciosidad de algunas opiniones llevan a pensar que la cosa no va de ingenuo desconocimiento. No obstante, al menos para las gentes de buena voluntad que quieran informarse sobre el asunto, es recomendable la visita a www.elconciertoeconomico.com.

Esta web, promovida por el anteriormente citado PLUS, además de textos apropiados para estudiosos de la materia, pone a disposición de quien lo desee el manual “139 preguntas sobre un Concierto con 139 años de vida”, del cual ha sido extraída la información sobre el Cupo antes reseñada. Es un manual asequible para el pueblo llano y, por tanto, recomendable para cualquiera; incluidos tertulianos/as y periodistas sin graduación.


Aviso a navegantes

Al citar a tertulianos/as y periodistas sin graduación se hace referencia a quienes opinan sobre conciertos y cupos con desconocimiento de causa; y, por supuesto, no hace referencia a las credenciales académicas de l@s interfect@s. Sólo pretende evocar la terminología usada en un tiempo en que, junto a las taquillas de los campos de fútbol, solía colgarse un aviso que anunciaba que las entradas eran más baratas para ciertas categorías sociales, entre las que se citaba a militares sin graduación (sic).

Era un tiempo que en Euskadi comenzó en junio de 1937, cuando los militares rebeldes que habían pretendido dar un golpe de Estado contra la República y habían puesto en marcha una guerra fratricida se hicieron con el control del territorio vasco. Pocos días después, un decreto-ley firmado ilegítimamente por Franco, suprimía los Conciertos Económicos de Bizkaia y Gipuzkoa, con el argumento de que estos territorios ¡se habían alzado en armas contra el Movimiento Nacional! (sic) y, por tanto, debían ser consideradas provincias traidoras.

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